Agrigento, el Valle de los Templos.
Excepcional testimonio histórico de Magna Grecia, la zona arqueológica de Agrigento, en Sicilia, ha sido incluída en 1997 dentro de la World Heritage List de la UNESCO. Los restos de la ciudad helenística y posteriormente púnica-romana, los imponentes templos dóricos -casi intactos-, las ágoras, las necrópolis paganas y cristianas y la densa red de acueductos subterráneos, constituyen la riqueza de un lugar que se extiende a lo largo de 1300 hectáreas y que cuenta una historia milenaria iniciada en el siglo VI a.C. con la fundación de la antigua colonia griega de Acragas.
Articulada sobre terrazas en lo alto de un altiplano con una distribución urbanística a damero, Acragas fue una de las más importantes y grandes ciudades griegas del Mediterráneo. Rodeada, a finales del siglo VI a.C. por una imponente muralla defensiva con nueve puertas, la colonia conoció un período de gran expansión en el siglo V a.C. , durante el reinado del tirano Terón, y continuó con la instauración de la democracia. En este período se edificaron los templos dóricos de la colina meridional que tenían como límite sur el altiplano sobre el que se situaba la ciudad. Escenario de la contienda entre cartagineses y romanos por el dominio del Mediterráneo, la ciudad cayó progresivamente en decadencia hasta que, conquistada por los romanos, vino denominada “Agrigentum”.
Auténtico corazón de la zona arqueológica de Agrigento, la zona de los templos es un lugar único. El Templo de Zeus o Júpiter Olímpico, del que nos han llegado sólo la base y el altar principal, era uno de los mayores templos griegos de la Antigüedad. El más antiguo templo de Agrigento es el de Hércules, mientras que el mejor conservado es el Templo de la Concordia, probablemente el más impresionante templo dórico que ha llegado hasta nuestros días después del Partenón de Atenas. El edificio se transformó en iglesia cristiana, como nos indica las tumbas excavadas en el pavimento.
Contemporáneo del Templo de la Concordia es el Templo de Hera Lacinia o Juno, muy dañado por un incendio a finales del siglo V a.C. Hay que visitar también el Templo de los Dioscuros, el Santuario dedicado a las divinidades ctónicas o “de la tierra” Démeter y Perséfone - un culto muy popular entre las mujeres de la zona-, El de Hefesto o Vulcano, separado del precedente por una piscina alimentada por un antiguo acueducto, el Templo de Isis, de época augustea-tiberiana tardía, el templo de Démeter, unido a la Rupe Atenea, la antigua acrópolis de la ciudad, el Santuario de Asclepios o Esculapio, dios griego de la medicina, centro de ritos terapeúticos y el de Atenea, hoy parte de la iglesia de Santa María de los Griegos.
No hay que dejar de visitar la zona del ágora de época griega y romana, estructurada en varias alturas y centro de la vida pública, la “Sala del Consejo” o “Bouleuterion” en la parte norte del Poggetto de San Nicolás y el Gymnasium, antiguo lugar de actividades deportivas, educativas y recreativas.
El Valle de los Templos cuenta con una rica zona de necrópolis griegas, romanas y paleocristianas, en las afueras de la ciudad antigua, y la Tumba de Terón, llamada así por un error de atribución popular, y que no tiene nada que ver con el antiguo tirano helénico de Acragas. Para concluir son dignos de mención los acueductos, los mosaicos de los suelos que ha sobrevivido en las zonas residenciales helénicas y romanas y las basílicas paleocristianas posteriores, entre las que destaca la llamada “Villa Athena”, a poca distancia del Templo de la Concordia.
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