El primer renacimiento italiano se expone en Prato.
Antes que Masaccio y Masolino dieran inicio al Renacimiento italiano con los frescos de la capilla Brancacci en la iglesia del Carmine de Florencia, pintados entre 1424 y 1427, ya en la cercana Prato se creaban los primeros fermentos de ese movimiento que pondría fin al período del gótico.
Así se demuestra en la exposición titulada "De Donatello a Filippo Lippi. El taller de Prato".
Son los años de principios del siglo XV cuando las puertas del Baptisterio de la Catedral de Florencia de Lorenzo Ghiberti se abren al nuevo lenguaje del Renacimiento.
La exposición se divide en siete secciones ordenadas cronológicamente, empezando con un tabernáculo en terracota, recientemente atribuido a un joven Donatello, otro talentoso alumno de Ghiberti, al que se agregan del mismo autor y siempre de terracota una Virgen con Niño llegada de Lucca y La creación de Eva del Museo de la Catedral de Florencia.
Le sigue un ambiente todo dedicado a Paolo Uccello, con pinturas sobre madera llegadas de Oxford, Melbourne, Karlsruhe y Allentown y realizadas en los espacios de tiempo que le dejaban libre los frescos de la Asunción de la Catedral de San Esteban.
Pero el corazón de la exposición es la cuarta sección, dedicada enteramnte a Filippo Lippi, un monje carmelita del convento del Carmine, fulgurado por los frescos de Masaccio y Masolino, de quienes adopta el nuevo lenguaje renacentista aunque lo adorna con colores y vírgenes bellas.
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